jueves, 8 de octubre de 2009

Era una fría noche de invierno. Llovía a cántaros. Mi tío abuelo no podía dejar que la muchacha que le gustaba se fuese andando con aquel chico. No señor. Era todo un caballero y, aunque sospechaba que era su novio, no lo sabía a ciencia cierta y además ella no aceptaría a ir sin él. ¿Qué podía hacer? Estaba claro, llevarlos a ambos.

La fiesta pasó rápido y cuando la muchacha le dijo que debía irse, mi tío abuelo le ofreció muy cordialmente llevarla a ella y a su compañero. Ésta aceptó y se subió al coche muy feliz de no tener que mojarse.

Mi tío abuelo conducía y ellos dos iban en los asientos de detrás pero la sorpresa llegó cuando a mi tío se le ocurrió mirar por el espejo retrovisor hacia atrás y vio...no se lo podía creer. Sus dos acompañantes estaba tomando poses un poco impropias y eso a él le molestaba. Esa no era la clase de mujer que quería. Era una facilona. Pero no sabía que podía hacer, hasta que de repente se le iluminó el cerebro y le vino la idea.

Paró el coche en la cuneta y les dijo que se bajasen, que no quería cosas de esas en su coche. Sus acompañantes, muertos de vergüenza se bajaron y allí se quedaron. No volvió a hablar con ninguno de ellos, pero una cosa si le quedó clara: no volvería a llevar a una chica que le gustase y a su novio en el coche.

FIN^^

2 comentarios:

  1. Escribes muy bien, reina negra. El principio me encanta. Y también el final: "Sus acompañantes, muertos de vergüenza, se bajaron y allí se quedaron. No volvió a hablar con ninguno de ellos, pero una cosa sí le quedó clara: no volvería a llevar a una chica que le gustase y a su novio en el coche." ¡Muy bien!

    Comprendo el enfado de tu tío abuelo (eran unos maleducados) pero el ardor de la juventud...

    un saludo.

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  2. ajjajaj que historia mas chula xdd me gusto mucho

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